La carta de Juan Carlos I a su hijo Felipe VI habla cuatro veces de su vida “privada”, no menciona a los dictadores Francisco Franco y Vladimir Putin, e ignora los derechos humanos.
2.- “Prefiero seguir residiendo de forma permanente y estable en Abu Dhabi, donde he encontrado tranquilidad, especialmente para este período de mi vida”, escribe Juan Carlos. Pero ningún período de la vida vale la pena si consiste en instalarse en la lujosa residencia donde el emérito pasa días y noches como un rey en un régimen dominado por la escandalosa riqueza de unos pocos privilegiados y donde sistemáticamente se violan los derechos humanos. La vida sólo es digna si está llena de humanidad. ¿De acuerdo o no, Juan Carlos?
2.- La alternativa a “mi forma de vida (…) especialmente para este período de mi vida” es optar por situaciones que no son las de Abu Dhabi. Juan Carlos podría ir a vivir a pueblos para dar apoyar económico y atender a los más marginados, a los que sufren, enfermos, presos, exiliados, perseguidos, desplazados a causa del hambre, las guerras, las dictaduras. Si así fuera, debería hacerlo “disfrutando de la mayor privacidad posible”.
3.- Y sorprende, ¿o no?, que en su carta se olvide de dos dictadores vinculados a su vida, uno de los cuales configura el reinado borbónico vigente y el otro es de la más cruel actualidad. A sus 84 años ¿no tiene Juan Carlos nada que decir de su entrañable Franco que lo impuso como rey y que implicó que jurara a los fascistas Principios del Movimiento Nacional y fidelidad al «caudillo»?. El otro dictador es Putin. ¿Devolverá Juan Carlos el Premio Estatal de la Federación de Rusia, máxima distinción otorgada por ese país, que Putin le entregó en el Kremlin?
4.- La Rusia putinista en guerra contra Ucrania exige una respuesta a todas las personas de buena voluntad. ¿Se está con la Ucrania soberana o con el Putin que invade Ucrania porque, según dice, este pueblo no existe y no es una nación diferenciada de Rusia?. ¿Se entiende, verdad? Es necesario apelar al respeto de los derechos y las libertades de todas las personas y de todos los pueblos. En Rusia, en Ucrania, en Abu Dhabi, en España, en Catalunya, en todas partes. La autodeterminación consta en el Pacto Internacional de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Está en juego la convivencia basada en la democracia, la libertad, la solidaridad, las urnas, el respeto al derecho de autodeterminación y la soberanía de todos los pueblos.
5.- El emérito se refiere a “los acontecimientos pasados de mi vida privada y que lamento sinceramente”. Podría realizar estancias en monasterios para reflexionar y arrepentirse de estos acontecimientos que “lamento sinceramente” en búsqueda de la paz en la propia conciencia y, si es creyente, la paz transformadora que emana de la fe en Dios. En el silencio monástico y en medio del ruido de la gente, sobre todo de la más maltratada, es bueno conocer y practicar las palabras de María sobre el Dios de su hijo Jesús: “Derroca a los poderosos del sóleo y exalta a los humildes; llena de bienes a los pobres, y los ricos se van sin nada” (Lucas 1, 52-53). Y también las palabras del apóstol Pedro a las autoridades y los guardias del pueblo que defendían la legalidad establecida: “Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hechos 5, 29).