PUNTO.- Vicent Partal (www.vilaweb.cat) pone el dedo en la llaga al hablar de autonomismo republicano. El nerviosismo de ER con la fantasmagórica mesa de diálogo sin mesa y sin diálogo es evidente. De hecho, el autonomismo republicano de ER no es autonomismo porque éste está liquidado por la creciente centralización del régimen español. Tampoco es republicano, y menos republicano catalán, porque ese hipotético autonomismo sólo es tolerado en la jaula cada vez más estrecha de la Constitución española. Una Constitución que el propio dictador Francisco Franco bendeciría. Los franquistas lo hacen.
CONTRAPUNTO.- Por tanto, el monclovita Salvador Illa tiene en cierto modo razón cuando proclama que la mayoría independentista ha dejado de existir en el Parlament. Pero hace trampa. Illa olvida que lo que dicen y hacen las cúpulas de los partidos pueden no ajustarse a lo que vota al pueblo en las urnas. Y el pueblo catalán no ha querido a Illa como president y ha dado a las urnas una mayoría independentista, no un autonomismo republicano. llla también olvida que las urnas no dan una alternativa al independentismo. El dirigente del PSOE sólo puede liderar una suerte de constitucionalismo borbónico y juancarlista con partidos con adn franquista como PP, VOX, CS y sectores de PSOE y Podemos.
CONTRAPUNTO. Entre los dos extremismos (autonomismo republicano y constitucionalismo borbónico) se encuentra el soberanismo / independentismo catalán representado por Junts, CUP y sectores del partido y de la ciudadanía divorciados de la actual cúpula de ER. Así queda confirmado por las razonables, democráticas y esperanzadas expectativas de lo que le puede suceder al presidente Carles Puigdemont durante el 2022 en los ámbitos judicial y político. El régimen español puede desacreditarse tanto como los gobiernos de Polonia y Rumanía