1.- El abad de Montserrat, Josep Maria Soler, apela a la donación libre y radical en el XXI aniversario de su bendición abacial. El abad Soler presenta su renuncia al cumplir 75 años. La comunidad escogerá en septiembre su sucesor. El abad ha dedicado la homilía de la misa del 13 de agosto a comentar el Evangelio (Mateo 19, 3-12), que expone el debate entre Jesús y los fariseos sobre el matrimonio, el divorcio, el celibato por causa del reino de Dios.
2.- En unas temáticas difíciles de comprender, sobre todo según la versión católica clásica, el abat resalta el espíritu cristiano. «En este contexto, las palabras de Jesús son liberadoras para la mujer, que se encontraba en una situación desfavorable. Ponen al mismo nivel al hombre y la mujer porque en el plan de Dios la mujer no es inferior al hombre».
3. – El abad deja constancia del reto o exigencia cristiana. «El ideal del amor que ama al otro totalmente, buscando siempre el bien del otro más que el propio; el ideal del amor que cuanto más ama, más crece y más ama para siempre (…) El amor que Dios tiene por cada hombre y cada mujer es indestructible, no va hacia atrás pase lo que pase (. ..) En el fondo, reflejar el amor de Dios sólo se puede hacer tomando por modelo el amor abnegado de Jesús que ama y se da hasta la cruz».
4.- El abad se refiere a la fragilidad humana en las relaciones personales. ¿Cómo debe actuar la comunidad eclesial?. «La Iglesia debe actuar con misericordia y comprensión, intentando, hasta donde sea posible, aproximar posiciones y buscar la reconciliación. La Iglesia, como dice el Papa Francisco, no debe condenar sino ayudar. Hay que evitar, añade, juicios que no tengan en cuenta la complejidad de las diversas situaciones y hay que considerar con toda la atención como las personas experimentan su situación y la padecen».
5.- El abad Soler concluye con un apunte final. «Tanto el matrimonio vivido por amor a Cristo, que es sacramento del amor de Dios, como el celibato evangélico pueden llenar el corazón humano y llevar a la felicidad, también después de muchos años de haber tomado la opción como respuesta a una vocación que viene de Dios. En la vida cristiana, matrimonio y celibato son dos vocaciones complementarias. Ambas son una forma de vivir el amor a Dios y a los demás desde una donación libre y radical».