Marquès de Tarradellas, president Puigdemont y la desconfianza con «Madrid»

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1.- Josep Tarradellas y Carles Puigdemont son dos políticos muy diferentes, en circunstancias diversas, con el común denominador de su desconfianza hacia el estado profundo del régimen español.

2.- Ambos, presidents de Catalunya. Tarradellas, 125 president de la Generalitat (1954/1980). Puigdemont, 130 presidente de la Generalitat (2.016-2.017). También exiliados políticos. Tarradellas exiliado en Saint Martin-le-Beau (1954/77). Puigdemont exiliado en Waterloo (desde octubre de 2017).

3.- Puigdemont, durante su exilio, se convierte en diputado catalán en el Parlamento europeo. Esta es una gran diferencia entre los dos presidentes. Tarradellas terminó sus días aceptando el marquesado que le ofreció Juan Carlos I. Un republicano con un título nobiliario y, además, concedido por el rey impuesto por el dictador Francisco Franco y que desde hace un año es un fugado debido a oscuros asuntos financieros y de faldas que perjudican aún más la credibilidad de los borbones. El título le fue otorgado a Tarradellas en 1986 cuando ya no era presidente, dos años antes de su muerte.

4.- Tarradellas y Puigdemont coinciden, sin embargo, en su desconfianza hacia Madrid, el «Madrid» entendido como el aparato del estado español y su actuación contraria a los derechos y a las libertades nacionales de Catalunya que la perjudican en los ámbitos económico, social, cultural, lingüístico, institucional, internacional …

5.- Tarradellas, tan elogiado ahora por los monárquicos y unionistas españoles, expresó muchas veces su recelo hacia la hipotética voluntad de diálogo de «Madrid». Así se expresa en su famosa teoría del cepillo, como en alguna ocasión lo ha recordado Toni Rodríguez Pujol (Intermèdia). Tarradellas explicaba por experiencia de años y años: «En Madrid tienen un cepillo enorme que, cada vez que los representantes catalanes van, te pasan por la espalda con gran cordialidad. Tú vas cabreado como una mona a pedir lo que te deben, pero cuando estás allí te cepillan de arriba a abajo y cuando vuelves a casa te das cuenta que llevas la americana impecable pero los bolsillos vacíos. Son rápidamente seducidos y dispuestos a ser receptivos a todas las ofertas que les hagan, pot ruinosas que sean». Un aviso a los muchas veces ingenuos políticos catalanes. (Cepillar: «halagar alguien con alabanzas, especialmente para intentar sacarle algo»). 

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