Illa, Borrell y la ultraderecha españolista se cubren con la rojigualda española
1. Salvador Illa, candidato dependentista de la Moncloa en las elecciones en la región catalana (según su mentalidad), ha recibido tres dardos letales que le hunden en el tramo final de la campaña.
2. El elogio de Pedro Sánchez al «sentido de estado» (?) del ultraVOX es un dardo mortal contra Illa. Ningún gobernante ni ningún político democrático europeo elogia ninguna variante del fascismo como hace Sánchez. Al contrario, lo condenan. Los «jefes» de VOX, además, son favorables a apoyar Illa para evitar una mayoría parlamentaria y gubernamental del soberanismo catalán democrático y pacífico en Catalunya. De hecho, hay un precedente funesto en Barcelon. Ada Colau, con el apoyo de la «progre» (?) Jessica (quejica) Albiach, es alcaldesa gracias a la complicidad y los votos del ultra Manuel Valls.
3. También la lamentable gestión diplomática de Josep Borrell en Moscú es otro dardo letal contra un Illa difuminado y con pies de barro. Borrell ha quedado grogui en el Europarlamento debido a una genial y contundente intervención del eurodiputado Carles Puigdemont. El presidente catalán en el exilio exige a Borrell que lo deje pidiéndole que haga un «Borrellexit».
4. Este Borrell es aquel individuo que un día, en una manifestación de la españolista Sociedad Civil Catalana, afirmó que había que «desinfectar» Catalunya con el objetivo de liquidar el soberanismo catalán. Este macabro estilo también es empleado por Illa cuando su equipo lo presenta como la «vacuna» que acabará con el «virus» soberanista. Hubiera sido mejor que Illa, cuando era ministro, hubiera puesto luz en la oscuridad del coronavirus y de la Corinavirus. Pero Illa no quiere que se investigue el asunto del campechano fugado ni desde la Moncloa ni desde Catalunya porque, dice, la Generalitat no tiene competencias para hacerlo. Queda claro. Illa entre Moncloa de España y Catalunya, opta por la España monclovita.
5. Illa, sin embargo, tiene la cara dura de intentar presentarse como un político dialogante. Habla de diálogo o palabrería en la ley. Pero el borbónico, juancarlista y ex federal Illa se queda muy, muy corto. El soberanismo quiere negociar, no sólo dialogar y charlar. El soberanismo, como todo demócrata, sostiene que la Declaración Universal de los Derechos Humanos están por encima de la legalidad constitucional. La misma Constitución española (artículos 10.2 y 96.1) establece que el texto constitucional debe ser interpretado y aplicado según esta Declaración de las libertades y de los derechos de todas las personas y de todo los pueblos. Pero los auto denominados «constitucionalistas», desde PSOE a VOX, esconden la prioridad de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Y es que Pedro Sánchez, Josep Borrell, Salvador Illa y la ultraderecha españolista se cubren con la rojigualda española.