El conflicto Catalunya / España, con exiliados y presos políticos, puede ser objeto de reflexión cristiana. Jesús de Nazaret fue juzgado y condenado por un sistema judicial injusto. El texto que sigue a continuación fue publicado el 9 de enero del 2019 en este blog y hoy, tristemente, es plenamente vigente.
1. JESÚS CONTRA LOS MAESTROS DE LA LEY. El conflicto entre un sistema judicial injusto y los justos perseguidos se da en todas partes y en todos los tiempos. También en el siglo XXI en el estado español. Jesús de Nazaret, un gran referente cívico y religioso, tuvo duros choques con los maestros de la ley. Jueces, fiscales, abogados del estado, tribunales son ahora y aquí los «maestros de la ley» en terminología evangélica. Todos ellos, como seres humanos, son sometidos al juicio del Dios de Jesús. El capítulo 23 del Evangelio de Mateo presenta un Jesús con palabras muy fuertes contra «los maestros de la ley y los fariseos». Los califica de «hipócritas», «guías ciegos», «estúpidos», «sepulcros blanqueados», «llenos de maldad», «serpientes», «crías de víboras».
2. JUECES JUZGADOS. Los jueces, injustos o justos, son juzgados por el Dios de Jesús. Dios misericordioso que toma partido a favor de los pobres, marginados, calumniados, perseguidos, de los injustamente exiliados o encarcelados. Jesús lo advierte: «Ten cuidado con los maestros de la ley (…) Serán juzgados con más rigor» (Marcos 12, 38-40). El claretiano Jaume Sidera escribe: «El maestro de la ley sabe la ley de pe a pa. Lo sabe y se aprovecha. Tiene un ego muy hinchado. La gente se fía. Y sin embargo él, tan piadoso o tan digno, abusa de la buena fe de la viuda que le ha confiado la administración de sus intereses. Le espera un juicio severísimo. Ante Dios es una gran pope de apariencia gloriosa por fuera y totalmente vacío por dentro … «
3. JESÚS CONDENADO POR UN SISTEMA JUDICIAL INJUSTO. Un sistema judicial injusto contra dirigentes cívicos y políticos justos es una constante en todas partes y a lo largo de la historia. Dirigentes democráticos y pacíficos sin juicio ni sentencia son tratados como peligrosos delincuentes violentos. Sigue una consideración evangélica. El sistema judicial, político y religioso configurado por las autoridades judías y las fuerzas de ocupación romanas tomar una decisión sobre Jesús. Decidieron, en nombre de la ley establecida, detenerlo, calumniarme el, torturarlo, vejar-lo, insultarle, juzgarlo y condenarlo a muerte de cruz. Un sistema judicial injusto condenó a un hombre justo y bueno como Jesús.
4. JESÚS Y SOBERANISTAS PROCESADOS. Las narraciones del procesamiento de Jesús y de los soberanistas catalanes ofrecen más coincidencias. El proceso contra los soberanistas se basa en una construcción falsa de la realidad. ¿Y en el caso de Jesús? «Todo el Sanedrín buscaba una falso testimonio contra Jesús para hacerlo morir, pero no encontraron ninguno, aunque se presentaron muchos falsos testigos» (Mt 26, 59-60). Al otro lado, representantes del sistema establecido se hacen los indignados ante el planteamiento soberanista. Lo mismo sucede en la farsa de juicio contra Jesús. «El sumo sacerdote rasgó sus vestidos y dijo: ¿Por qué necesitamos testigos? ¿Qué os parece ?. Ellos respondieron: merece pena de muerte! » (Mt 26. 65-66).
5. EL PROCESO DE JESÚS. Joseph Ratzinger / Benedicto XVI reflexiona sobre estos acontecimientos en la segunda parte del libro «Jesús de Nazaret» y en el capítulo 7 titulado «El proceso de Jesús». El Papa Ratzinger hace unas consideraciones sobre este procesamiento aplicables a España y Catalunya. «En Jesús aparece el ser humano como tal. En él se manifiesta la miseria de todos los golpeados y heridos. En su miseria se refleja la inhumanidad del poder humano, que aplasta así el impotente (…) Pilato se sienta en el trono del juez y profiere la sentencia de muerte. Sabía que este Jesús no era un delincuente político y que debía ser absuelto (…) Como prefecto, él representaba el derecho romano sobre el que se basaba la pax romana, asegurada con el poder militar. Pero con el poder militar, solo, no se puede establecer ninguna paz. La paz se fundamenta en la justicia (…) Una absolución del inocente podía hacer daño a él personalmente y podía provocar ulteriores molestias y desórdenes que había que evitar. La paz fue en este caso para él más importante que la justicia (…) Así quizás calmó su conciencia. De momento todo pareció ir bien. Jerusalén restó tranquil.la. Pero el hecho de que la paz, en última instancia, no puede ser establecida contra la verdad tenía que manifestarse más tarde».