1. Calificar al Gobierno de Cataluyaa de malo escondiendo que actúa bajo la represión política, judicial y policial española contra las instituciones catalanas es muy injusto.
2. Quim Torra no es president por haber sido designado a dedo por Carles Puigdemont. La verdad es que Torra y todos los presidentes de Catalunya son elegidos por el Parlament. Además, su elección se ha producido en un clima de dura represión. El único que ha sido designado a dedo es Juan Carlos que fue impuesto como rey por el dictador Francisco Franco.
3. El exiliado Puigdemont hace una gran labor internacional como eurodiputado y desde Waterloo pero no gobierna Catalunya ni con mando a distancia. El único mando a distancia que ha habido es el empleado por el Gobierno español con el represivo 155 y ahora españolizando Caixabank con su fusión con la desastrosa Bankia.
4. Mucha coña con las facciones convergentes pero todo el mundo cambia. Comuns era Iniciativa y antes el PSUC. Podemos era el PCE. ERC es ER. PP era UCD. VOX era del PP. Ciudadanos en liquidación no sabe lo que es. El PSOE de los GAL decía que era republicano y federal, pero ahora es centralista y defiende la monarquía, el franquista Rodolfo Martín Villa, y al campechano fugado.
5. Había sectores políticos y periodísticos que criticaban a Torra por no destituir al conseller Miquel Buch y ahora lo critican por destituirlo y elogian al conseller destituido.
6. El president Torra no podía mantener en el Govern catalán la consellera (Ángels Chacón) de un partido (PDeCAT) que lleva a los tribunales españoles un partido (JxCAT) de este Gobierno. El presidente Sánchez no podría mantener en el Gobierno español el ministro de un partido (Podemos) que llevara a los tribunales a un partido (PSOE) de este Gobierno.
7. Destituciones y nombramientos. Torra nombra tres consellers que fortalecen el Govern. Dos ya han tomado posesión. Ramon Tremosa, prestigioso economista internacional y profundo conocedor de Europa, como conseller de Empresa i Coneixement. Y Miquel Samper, prestigioso abogado y gran defensor de los derechos humanos, como conseller del siempre difícil departamento de Interior.
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