Juan Carlos I, padre del rey español, ha huido de la España borbónica. Felipe VI y Pedro Sánchez, desde los Palacios de la Zarzuela y la Moncloa han preparado la huida. El rey emérito, envejecido y enfermizo, se ha colocado en jaque mate (expresión que indica que el rey está en jaque y no tiene escapada, en cuyo caso la partida se da por terminada).
1. Situación escandalosa y kafkiana. La fuga real y real es un buen «cop de falç» (golpe de hoz) realizado por la propia monarquía, institución anacrónica basada en la sucesión familiar, no en la voluntad democrática del pueblo expresada en las urnas. Un punzante interrogante recae sobre el presente y el futuro de Felipe VI y sus hijas Eleonor y Sofía.
2. Todo parte de un pecado original. Felipe VI es hijo de Juan Carlos I, impuesto como rey por el dictador Francisco Franco. El joven monarca juró fidelidad al general Franco, «caudillo de España por la gracia de Dios», y los fascistas Principios del Movimiento Nacional.
3. Estos hechos también perjudican la credibilidad democrática de los partidos españoles. El PSOE de Pedro Sánchez, Miquel Iceta y José Zaragoza elimina su republicanismo y federalismo para convertirse en partido monárquico y centralista. El otro partido gubernamental, Podemos, de Pablo Iglesias, Ada Colau y Jaume Asens alza la voz pero es cómplice servil del PSOE. Y el trifachito de la ultra derecha españolista (PP, VOX, CS) se mantiene en el tablero político, sin visión de la realidad y del futuro, y disputa con el actual Gobierno la defensa de una monarquía en crisis y desprestigiada en el estado, en Europa y en el mundo.
4. Sólo los partidos soberanistas catalanes (JxCat, ERC, CUP) se desmarcan de la inestable monarquía española y mantienen su compromiso de consolidar una Catalunya democrática, libre, solidaria, soberana. Es la República catalana … que aspira a mantener una buena relación de igual a igual con el estado español. Una relación basada en el respeto mutuo, el diálogo, las urnas … y no en la imposición, ni en el «a por ellos», ni en la represión, ni en mantener exiliados, presos y perseguidos políticos.