Culto y compromiso cristiano en tiempo pandémico

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«Tiempo de pandemia y confinamiento. Culto y liturgias pierden protagonismo religioso. Los espacios sagrados de las iglesias se vacían. Cànticos y órganos enmudecen. Su eco queda silenciado por el estado de alarma. Se ha informado rigurosamente a la feligresía sobre la dispensa del precepto dominical. Aplazamiento de las primeras comuniones y las confirmaciones».

1. EXPERIENCIA HUMANA. «Es necesario, en estas circunstancias, tomarse más interés no sólo por el culto sino por todo lo que forma parte también del núcleo del Evangelio. Con la misma insistencia que se habla del culto ¿por qué no se alimenta la fe de los creyentes con la fuerza del testimonio? En momentos grisáceos, la fe, más que nunca, ha de aparecer como una fuente de sentido y de experiencia humana, debe inspirar las significaciones que dan paso al compromiso humano para vivir en la acción libre y liberadora de la persona y, por encima de todo, dar esperanza a la vida»(Discurso del Francisco el Domingo de Pascua) «.

2. EL DÍA SIGUIENTE DE LA EPIDEMIA. «La Conferencia Episcopal Española habla de unidad para hacer frente al coronavirus. Los obispos y su presidente insisten en que «unidos venceremos el coronavirus». No es casual que este lenguaje es el empleado por los jefes militares y políticos del Estado. La unidad para la Iglesia debe significar espíritu ecuménico, no territorial. La pandemia puede convertirse en ocasión para profundizar y hacer realidad una auténtica comunión con todas las denominaciones de las Iglesias cristianas. Este reencuentro definitivo sería la mejor respuesta y testimonio de fraternidad en estas circunstancias únicas. ¿Por qué la Iglesia y sus más oficialmente representantes pasan de puntillas sobre los problemas económicos y sanitarios de las personas que viven con llanto y penuria la pandemia? Siempre está Cáritas, institución necesaria pero no suficiente. Se continúa alimentando el escándalo de la exclusión y aplazando las situaciones de indefensión y pobreza. La Iglesia debe plantearse con qué voz anunciará el Evangelio al día siguiente de la epidemia. ¿Por qué no se apresura con firmeza a denunciar un modelo social y económico que ha hecho posible este episodio? ¿Por qué no denuncia la falta de recursos subsidiarios del Estado para aligerar la losa caída sobre tantas personas y familias? Como quedarán los trabajadores y los pequeños empresarios sin el suficiente apoyo económico del Estado en una situación de emergencia? Pandemia y confinamiento desestabilizan la sociedad que se creía que lo controlaba todo, y ha visto que no era así. Hemos pecado de incautos soñando las maravillas del progreso y el consumo».

3. EL JESÚS DE LA CRUZ. «En el silencio, la soledad y, sobre todo, en la desnudez de las formas y del culto, el creyente también descubre la riqueza del Evangelio. Nos sentimos más cerca del Jesús de la cruz que de las ostentaciones clericales que enmascaran y justifican a menudo una religiosidad alejada de una fe en espíritu y verdad. Después de los tiempos de las urgencias sanitarias, vienen otros tiempos no menos complejos y nuevos retos. Hay que explicar al pueblo, sin rodeos ni mentiras, con lenguaje comprensible, lo que se ha hecho, cómo se ha hecho, qué se ha dejado de hacer sobre la salud pública y la salud democrática. Si no se dice, se puede caer en el riesgo, bastante plausible, de verse instaurada una autocracia de la autoridad competente despojada de legitimidad. La democracia no es únicamente ni exclusivamente asunto de los políticos. Es, ante todo, participación del pueblo. Es una ocasión para promoverla en un momento en que el Estado se encuentra amenazado por una pandemia».

4. CORONA DESPRESTIGIADA. «Existe el peligro de caer en el pretexto de las buenas intenciones con tomas de poder inaceptables. La sensación que da el Estado en la gestión del coronavirus es no respetar las reglas de juego de un estado de derecho democrático. 1) En la gestión, la autoridad competente (incluyendo el ejército) ha querido asumir todas las competencias para resolver la crisis del coronavirus. 2) No ha tenido presente ni ha hecho participar un amplio equipo de trabajo «científico-pluridisciplinario» en las decisiones adoptadas. 3) Ha planteado las actuaciones socio-sanitarias sobre el ámbito del Estado obviando los responsables de los territorios, y sus competencias y despreciando su valioso conocimiento de la realidad. 4) Junto a los científicos, debería existir un comité «social» encargado de formular y transmitir lo que el pueblo plantea en el transcurso de la pandemia. Estas políticas desacertadas podrían llevar el  Estado español en la etapa «post-pandemia» a un cierto naufragio con un lastre histórico nada recomendable. Y una historia injertada por una transición insatisfecha y una Corona desprestigiada».

5. SEMILLAS DE FRATERNIDAD. «La humanidad entera queda herida en la pandemia y Catalunya, además, humillada. La situación pide urgentemente reavivar las brasas para un nuevo país, que la mecha de la libertad y la solidaridad iluminen caminos y desvelen los ojos de unos partidos que parecen medio adormecidos. Sin embargo muchas personas han sembrado en este tiempo semillas de solidaridad y fraternidad. Testimonios alentadores ponen su compromiso al servicio de los débiles y enfermos. Actitudes con un temple muy firme para hacer frente a despedidas dolorosos de los difuntos en situaciones precarias. Se expresan muchos sentimientos de condolencia y consuelo a los familiares de las víctimas traspasadas, compartiéndolos con esperanza».

6. LOS QUE NOS HAN DEJADO. «Una pequeña reflexión final sobre la importancia para mantener la salud. Hay que renunciar a las graves infidelidades a las que sometemos el medio ambiente. La crisis que sufrimos es un gran peligro pero, al mismo tiempo, una gran oportunidad. No nos bastará con vacunas. La salud también se manifestará por una transformación tecnológica, política y social de la sociedad. El riesgo de un menor comportamiento de una ética de la globalización continuará afectando las libertades, las diferencias, las barreras humanas. Volveremos a pandemias imprevisibles. El papa Francisco, en la encíclica «Laudati si» (2015), sitúa la salud humana y del medio ambiente en la misma línea de responsabilidades políticas».

«La Comunidad de Sant Medir ha conocido y sufrido el alcance de este flagelo con un número de difuntos considerable. En nombre de todas las personas que compartimos unos mismos sentimientos de amistad y pertenencia al barrio de La Bordeta manifiesto el pésame y apoyo a las familias y amigos dolidos por su ausencia. Próximamente tendrá lugar en la Parroquia una celebración cristiana, de despedida, recuerdo y gratitud a todos aquellos y aquellas que nos han dejado. Será como una fuente extraordinaria de Vida y de esperanza, continuando nosotros con amor su obra».

( «Coronavirus, una mala pasada» es un artículo de mosén Enric Subirà, publicado en la revista «Pedres vivents» de Sant Medir, histórica y comprometida parroquia de la archidiócesis de Barcelona)

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