Muerte ¿y esperanza? en este tiempo de coronavirus que infecta nuestro pueblo, Europa y todo el mundo.
1. La muerte pasea impúdicamente por las casas, las calles, los hospitales. Atrapa ricos y pobres, ancianos y jóvenes, ateos y creyentes, carceleros y presos. Todo es extraño. Lleno de silencio, soledad, llanto. También Jesús, plenamente humano, llora por la muerte de su amigo Lázaro como se explica en el episodio del Evangelio (Jn 11, 1-45) del último domingo de Cuaresma. Jesús consuela a Marta y María, las hermanas de su amigo: «Vuestro hermano resucitará».
2. Mosén Blai Blanquer, en la misa desde casa, reflexiona. ¿Cómo el acontecimiento ineludible de la muerte encaja en nuestra existencia? Esta pregunta, el compromiso cívico al servicio solidario y bondadoso de los otros, y la búsqueda de sentido son una puerta abierta a la esperanza. Escribe: «Muerto su amigo Lázaro … y Jesús se estremece, llora y muestra su humanidad. Es sensible y cercano, incluso aparentemente frágil, como lo somos nosotros. Jesús abre el corazón a la esperanza, como lo quiere hacer con nosotros: ‘tu hermano resucitará «.
3. Ante el Jesús vivo ( «Jesús. La historia de un viviente» es el título de un libro de Edward Schillebeeckx publicado en 1974) hay dos opciones. Decantarse por «si no lo veo no lo creo» del apóstol Tomás inicialmente incrédulo, o por Jesús como «Señor de la vida y de la muerte».
4. Numerosas y diversas aproximaciones se hacen a la realidad y al misterio de la condición humana, muerte y esperanza incluidas. El teólogo y biblista José María Castilllo, que sintoniza con el Papa Francisco de quien es un buen amigo, extrae una lección del relato evangélico sobre Lázaro y Jesús … «La lección es clara, La humanidad de Jesús es fuente de vida».
5. Mar Galceran (vinculada a entidades cristianas y actual coordinadora de la ONG «Lugar de la Mujer») también ha escrito estos días uno de sus poemas semanales sobre la muerte y la vida más allá de la muerte
¿Moriremos?
¿moriremos de verdad
a la arrogancia,
a la avaricia,
a la productividad desaforada,
a la indiferencia,
a la autosuficiencia,
en la disputa y la revancha,
de la incomunicación
de la sobre información?
¿Morirán las partes oscuras
de nuestra alma,
que tan falsamente
hemos engalanado
para huir de la exigencia
y la verdad?
¿Moriremos? …
Ojalá!
Porque la vida auténtica,
la del cuidado,
la de la ternura,
la de la fraternidad
y la justicia,
la de la paz
la concordia,
la del aprecio …
nos espera siempre,
detrás de cualquier muerte.
‘