Navidad 2019. Jesús nace en la cárcel y en el exilio, no en los palacios de la Zarzuela y de la Moncloa. Jesús dice que «estaba en la cárcel, y vinisteis a visitarme» (Mateo 25, 36). No dice soy rey o presidente y vinisteis a verme a los palacios de la Zarzuela o de la Moncloa.
1. Jesús nace y vive con los perseguidos, no con los represores … Con la gente de las periferias, no con los poderosos del centro … Con los apaleados, no con los torturadores … Con los desarmados, no con los armados … Con el pueblo pacificador, no con las instituciones violentas … Con los sometidos a juicio, no con los jueces del Sanedrín … Con los condenados, no con los tribunales… Jesús nacido en Belén y crucificado el Gólgota da esperanza liberadora los exiliados, los presos, los perseguidos, los periféricos, los desarmados, los crucificados.
2. El Francisco trató estas cuestiones sustanciales del cristianismo en un Vía crucis durante su viaje a Polonia (29 de julio 2016). Dijo: «Las palabras de Jesús (… ‘estaba en la cárcel y vinisteis a visitarme’ …) responden a la pregunta que a menudo resuena en nuestra mente y en nuestro corazón: ‘¿Dónde está Dios?’. ¿Dónde está Dios, si en el mundo existe el mal, si hay gente que pasa hambre o sed, que no tienen hogar, que huyen, que buscan refugio? (…) ¿Dónde está Dios, ante la inquietud de los que dudan y los que tienen el alma afligida? «.
3. Francisco continuó: «Hay preguntas para las que no hay respuesta humana. Sólo podemos mirar a Jesús, y preguntarle a él. Y la respuesta de Jesús es esta: ‘Dios está en ellos’. Jesús está en ellos, sufre en ellos, profundamente identificado con cada uno. Él está tan unido a ellos, que forma casi como un solo cuerpo. Jesús mismo eligió identificarse con estos hermanos y hermanas que sufren por el dolor y la angustia, aceptando recorrer la vía dolorosa que lleva al calvario».
4. El Papa apela a practicar las llamadas obras de misericordia que constan en el Evangelio: «Dar de beber al sediento; vestir el desnudo; acoger al forastero; asistir al enfermo; visitar a los presos; enterrar a los muertos (…) Estamos llamados a servir a Jesús crucificado en toda persona marginada, a tocar su carne bendita en quien está excluido, tiene hambre o sed, está desnudo, preso, enfermo, parado, perseguido, refugiado, emigrante. Allí encontramos a nuestro Dios, allí tocamos al Señor. Jesús mismo nos lo ha dicho, explicando el ‘protocolo’ por el que seremos juzgados: cada vez que hacemos esto con el más pequeño de nuestros hermanos, lo hacemos con él (Mateo 25,31-46). Nuestra credibilidad como cristianos depende de la manera en que acogemos los marginados que están heridos en el cuerpo y al pecador herido en el alma».
5. El Papa Francisco concluye: «La vía de la cruz no es una costumbre sadomasoquista; la vía de la cruz es la única que vence el pecado, el mal y la muerte, porque desemboca en la luz radiante de la resurrección de Cristo, abriendo el horizonte a una vida nueva y llena. Es la vía de la esperanza al futuro y a la humanidad».