Sentencia. Rey y juez serán juzgados por Dios

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1. JUICIO DE DIOS. Jesús perseguido, detenido, insultado, torturado, procesado, condenado y crucificado está con el pueblo, los marginados, los que sufren, encarcelados, los exiliados, los perseguidos, los condenados. Jesús no reside en ningún palacio, ni en la Zarzuela. No es jefe de estado ni de las fuerzas armadas. No es inviolable. No es heredero de ninguna dinastía. No declara guerras. El rey, la momia dictatorial de Francisco Franco, el poderoso juez Manuel Marchena, el cuatrifachito del represor 155 (PSOE PP CS VOX), la policía que agrede votantes y gente no violenta, la caverna mediática … todos son y serán sometidos al juicio de Dios.

2. TRIBUNAL SUPREMO SIN LA ÉTICA REGLA DE ORO. Jesús bendice a los que están en el exilio y la cárcel, a los que visitan los exiliados y encarcelados (Mateo 25, 31-46). «Ama al Señor tu Dios (…) Amarás al prójimo como a ti mismo» (Marcos 12, 30-31). El planteamiento neotestamentario tiene profundas raíces humanas y bíblicas, infinitamente más que cualquier Constitución. «Sólo busca la justicia. Así vivirás en el país que el Señor, tu Dios, te da, y lo poseerás» (Deuteronomio 16, 20). «Ama al prójimo como a ti mismo» (Levítico 19, 18). Esta regla de oro universal de carácter ético sobre la justicia humana y divina no tiene nada que ver con la del Tribunal Supremo.

3. DIOS PREVALECE SOBRE EL REY. ¿Qué pasa en caso de conflicto entre el poder y la conciencia, entre el rey y Dios? Una parábola de Jesús (Lucas 18, 1-8), presenta un juez injusto que menosprecia una viuda en un pleito. Jesús dice que este juez no teme a Dios ni respeta las personas. Y la viuda se enfrenta al juez injusto. «Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres» (Hechos de los Apóstoles 5, 29). «Cristo nos ha liberado para que seamos libres. Así, pues, manteneos firmes y no os dejéis someter de nuevo al yugo de la esclavitud «(Gálatas 5, 1).

4. MALDITAS RAZONES DE ESTADO. Agustí Cortés, obispo de Sant Feliu, dedica dos capítulos al conflicto sobre la conciencia en política en el libro «Creer: la fuerza del testimonio», publicado en 2013 y que tiene plena vigencia. Se refiere al arzobispo Thomas Becket (1118-1170), y el consejero Tomás Moro (1478-1535), patrón de los políticos católicos. El primero fue asesinado por orden del rey Enrique II. El segundo fue ejecutado por orden del rey Enrique VIII. El obispo Cortés comenta: «La cuestión fundamental es la misma: la lucha en conciencia contra el poder absoluto que pretende someter la Iglesia y ponerla al servicio de sus propios intereses con procedimientos tan anti-evangélicos como la mentira, la violencia y el asesinato. El poder político sedujo a Becket, pero después su conciencia le hizo enfrentarse a este poder. Fue amigo y colaborador del rey de Inglaterra, Enrique II, que le nombró lord canciller y arzobispo de Canterbury. Becket, ante el dilema entre el poder del rey o la conciencia, optó por ser fiel a su conciencia. Por ello, fue menospreciado, amenazado, perseguido. Enrique II decidió asesinarlo. Becket fue asesinado por tres hombres armados enviados por el rey en el altar de la catedral de Canterbury en la noche del 29 de diciembre de 1170. El poder, por razones de estado, liquidó a Thomas Becket pero, desde entonces, este personaje es símbolo de la conciencia, la libertad, la dignidad, la fe y la resistencia contra el absolutismo del poder político. El de Tomás Moro es un caso similar más de persecución por malditas razones de estado de ayer y de hoy.

 

 

 

 

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