El abad de Montserrat, Josep M. Soler, ratifica en los actuales momentos que atraviesa el país su postura de siempre: «Catalunya, como nación, tiene derecho a decidir su futuro y, según la habitual práctica vaticana, cuando una nación se declara independiente es reconocida como estado por la Santa Sede».
1. En otras palabras: la Iglesia jerárquica avala el derecho a decidir pero no se pronuncia sobre lo que la ciudadanía debe decidir. El abad Soler se ha manifestado en estos términos en un encuentro con Cruïlla de Debat, del Ateneu Barcelonès. Este grupo está formado por ateneístas con larga trayectoria democrática y catalanista.
2. La postura del monasterio de Montserrat se basa, según el abad, en lo que está establecido en el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia Católica y en los documentos del episcopado catalán como «Raíces cristianas de Catalunya» ( 1985) y «Al servicio del pueblo de Catalunya» (2011). Estos textos eclesiales están decididamente a favor de la promoción y la defensa de los derechos, los deberes y las libertades de las personas y de los pueblos. El capítulo octavo del Compendio, por ejemplo, está dedicado a la comunidad política. En este capítulo se ofrecen criterios a tener en cuenta sobre la autoridad y el poder; la comunidad política, la persona humana y el pueblo; la tutela y la promoción de los derechos humanos; la convivencia; el derecho a la objeción de conciencia y el derecho a resistir; los instrumentos de participación política, incluido el referéndum.
3. Las palabras del abad Soler coinciden con la homilía de la misa conventual del pasado 5 de febrero pronunciada por Bernabé Dalmau. El padre Dalmau es un experto en pastoral, profundo conocedor del magisterio de la Iglesia y muy bien considerado en Roma hasta el punto que fue nombrado «misionero de la misericordia» por el Papa Francisco.
4. La homilía de Bernabé Dalmau estaba dedicada a la presencia de los cristianos en el mundo. Terminaba así: «Afortunadamente, tenemos en casa personas que se preocupan por el hecho religioso en la Catalunya del futuro. Y la vertebran en torno a los ejes de los derechos humanos, del reconocimiento y de la cooperación. Nos encontramos, pues, en una etapa histórica que no sólo tenemos que poder decidir cómo queremos ser como pueblo, sino que, como Iglesia, encarnada en el pueblo, debemos aportar mucho: cohesión social, cultura, enseñanza, atención a los colectivos vulnerables, promoción de valores éticos. Ojalá que lo sepamos hacer con humildad y compromiso. que cada vez sean más nuestros conciudadanos que, al ver el bien que hemos obrado, glorifiquen a nuestro Padre del cielo».
(Traducción al castellano deltexto publicado en www.tribunacatalana.cat)