La polémica sobre el aborto continúa encendida debido ahora a unas declaraciones del arzobispo de Barcelona, Joan Josep Omella.
1. El arzobispo Omella condena el aborto aunque la mujer esté embarazada como consecuencia de una violación. Dice que «debe prevalecer la misericordia hacia el feto». Pero el arzobispo debería aceptar y predicar que también, y quizá prioritariamente, la mujer violada debe ser objeto de la misericordia humana y de Dios.
2. Omella compara aborto y terrorismo. Dice que si se acepta el poder de decidir sobre la vida de un feto queda justificado que un terrorista pueda decidir sobre la vida de los seres humanos. ¡Argumento estrambótico! También se producen, incluso en el séptimo y octavo mes de embarazo, abortos espontáneos contra la voluntad de los padres. ¿Quién es, entonces, responsable? ¿La naturaleza? ¿La mala suerte? ¿Dios? No, obispo Omella, no, Dios no es un terrorista abortista.
3. El aborto no se terrorismo como dice el arzobispo Omella. El aborto no es un genocidio, como el obispo de Vic, Romà Casanova, escribió hace una semana. El lenguaje de Omella y Casanova es muy diferente del utilizado por el papa Francisco.
4. El Papa Francisco escribe sobre el aborto en los números 213 y 214 de la exhortación apostólica «El gozo del Evangelio» (Evangelii gaudium). «Esta defensa de la vida por nacer está íntimamente ligada a la defensa de cualquier derecho humano. Supone la convicción de que un ser humano es siempre sagrado e inviolable, en cualquier situación y en cada etapa de su desarrollo (…) No es progresista pretender resolver los problemas eliminando una vida humana. Pero también es verdad que hemos hecho poco para acompañar adecuadamente las mujeres que se encuentran en situaciones muy duras, en que el aborto se les presenta como una rápida solución a sus profundas angustias, particularmente cuando la vida que crece en ellas ha surgido como producto de una violación o en un contexto de extrema pobreza. ¿Quién puede dejar de comprender estas situaciones de tanto dolor?».