Una catalana en el equipo del Papa Francisco

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La catalana Núria Calduch-Benages forma parte del equipo del Papa Francisco. Es una de los 13 miembros de la recién creada Comisión de Estudio sobre el Diaconado de la Mujer.

1. La recuperación del diaconado femenino implica reconocer el papel determinante que la mujer debe tener en la Iglesia para ser coherente con el Evangelio de Jesús.

2. La religiosa Núria Calduch, profesora de la Universidad Gregoriana de Roma, es una experta en los campos teológico y bíblico. Ha escrito sobre el papel de las mujeres en el Antiguo Testamento vinculado al Nuevo Testamento y sobre las huellas que han dejado. Plantea liberar la Biblia de la interpretación androcéntrica y expresar la totalidad de la existencia humana.

3. El ser humano es hombre y mujer. Ya desde el primer relato bíblico, el Génesis, hombre y mujer dominan el panorama de la creación. Ambos son creados contemporáneamente a imagen y semejanza de Dios, gozan de la misma dignidad e igualdad, reciben la misma bendición y misión, y tienen el mismo destino.

4. La presencia de las mujeres en las diversas circunstancias de la historia bíblica es notable, mucho más que las versiones divulgadas en los siglos posteriores. Reinas y esclavas, prostitutas y castas, nobles y plebeyas, vírgenes y madres, heroínas y víctimas, judías y extranjeras, mujeres célebres y anónimas desfilan por el Antiguo Testamento.

5. También en el Nuevo Testamento. ¿Qué sucede cuando Jesús se encuentra con mujeres?, preguntó un día la periodista Miriam Díez i Bosch. Núria Calduch contestó: «Nada extraño y, a la vez, excepcional. Todos los encuentros de Jesús nacen de su amor gratuito que se manifiesta, por tantos motivos, en su preferencia por los pobres, los pequeños y los marginados de la sociedad. Todas las mujeres que aparecen en la Biblia pertenecen de alguna manera a esta categoría de víctimas de la sociedad ya sea por su sexo, enfermedad, trabajo, religión o nacionalidad. Jesús se encuentra con una israelita impura a causa de sus continuas hemorragias, una cananea de cultura griega, una pecadora pública y muchas otras discípulas que, para seguir a Jesús, no han tenido miedo de infringir el sistema androcéntrico que dominaba la sociedad de Israel del primer siglo. Jesús se declara abiertamente a favor de todas estas mujeres y, haciéndose solidario con su dolor, físico o espiritual, genera de su interior una nueva corriente de humanidad».

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