El soberanismo es mayoritario en el catalanismo político del siglo XXI. Lo es en la calle, en las urnas, en el Parlament.
Esta aspiración legítima es compartida de manera transversal por todo tipo de gente, por agnósticos y creyentes. Es un clamor desde Catalunya y para toda la ciudadanía que España intenta ahogar. El clamor es este: sed felices, soberanos, libres y solidarios.
La recordada y querida Muriel Casals era agnóstica y, a la vez, respetuosa con el hecho eclesial. Cuatro días antes de su accidente mortal escribió aquet tuit: «Sed felices». Para sus compañeros creyentes o con conciencia de cultura cristiana este «sed felices» es un deseo que sintoniza con las bienaventuranzas de Jesús. Felices los pobres, felices los que lloran, felices los humildes, felices los que tienen hambre y sed de justicia, felices los misericordiosos, felices los pacificadores, felices los perseguidos a causa de la justicia.
A Muriel Casals le hubiera gustado formar parte de la representación del Parlament que asistió a la toma de posesión de fray Octavi Vila como nuevo abad del monasterio cisterciense de Poblet. Quedó claro que Poblet, fundado en 1150 por Ramón Berenguer IV, conde de Barcelona, ratifica su compromiso con la nación catalana. El abad Vila expresó su amor y su actitud de servicio en el país. Dijo: «Así como la Iglesia encarnada en este pueblo da fe de la realidad nacional de Catalunya, tal como nos dice el documento de los obispos catalanes ‘Raíces cristianas de Catalunya’, también este lugar, nuestro monasterio, profundamente arraigado en el país , es una parte fundamental de su pasado, a la vez un protagonista de su presente y un referente para su futuro».
Hay un hecho significativo. El actual president de la Generalitat, Carles Puigdemont, es una persona de talante y convicciones cristianas. De joven había pasado días de algunos veranos en Poblet conviviendo con la comunidad de monjes. Allí conoció al entonces abad Maür Esteva. Un día de años después Puigdemont era alcalde de Girona y Esteva ya era abad emérito. Ambos comieron con unos amigos. Tras la sobremesa, el abad Esteva dijo a uno de los comensales: «Carles sería un buen presidente de la Generalato, ¿no crees?».
El president Puigdemont es un hombre, desde su juventud, al servicio de una Catalunya soberana, libre y solidaria.
(Traducción deel texto publicado en «La lista azul» de Gallifa)