El franciscano Santiago Agrelo, arzobispo de Tánger, diócesis que incluye Ceuta y Melilla, desenmascara el Gobierno español y al ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz, por su actuación contra los inmigrantes más vulnerables.
El obispo Agrelo ha explicado su experiencia solidaria en «Cristianismo y Justicia» en Barcelona. El ministro franquista prefiere otros foros. El panfleto «La Razón» con su director servil Francisco Marhuenda. El encorbatado, minoritario y españolizado «Círculo Ecuestre». El «Puente Aéreo» donde participan individuos como Florentino Pérez y Rodrigo Rato. La faraónica caverna del «Valle de los Caídos».
Fernández Díaz acusa al soberanismo catalán democrático y pacífico de levantar fronteras, pero él es uno de los principales responsables de imponer fronteras inhumanas en el sur de la península. Este ministro apela a la convivencia, pero intenta desprestigiar a «Nous catalans», una fundación que actúa a favor de la integración de los emigrantes en Catalunya. Fernández Díaz se presenta como católico pero muchos cristianos están en las antípodas de su nacional catolicismo y, al contrario, están de acuerdo con el obispo de Tánger que afirma que «un ministro católico no puede dejar el Evangelio en la puerta del Consejo de Ministros». El ministro justifica la intervención de las finanzas de la Generalitat mientras el Gobierno español malgasta millones de euros en el franquista «Valle de los Caídos» y levanta fronteras entre España y Marruecos.
El arzobispo Santiago Agrelo, lleno del espíritu del Evangelio, afirma que «lucha por la causa de nuestros hermanos migrantes». Quiere dar «testimonio de la violencia que en unas fronteras concretas se hace a los pobres que son considerados y condenados como irregulares, clandestinos, ilegales, delincuentes». Confiesa: «Mi reflexión busca iluminar desde la fe el drama de la frontera entre España y Marruecos. ¿Qué podemos hacer como cristianos en presencia de unas fronteras diseñadas para que los pobres queden atrapados, mutilados o muertos?«.
El arzobispo describe cómo son las vallas de Ceuta y Melilla levantadas por las autoridades españolas. Hilados de seis metros de altura, con hojas de afeitar, cables de detección tridimensional, cámaras de vigilancia, sensores de sonido, de movimiento y térmicos, aspersores de gas lacrimógenos. Y el arzobispo denuncia con la fuerza de un profeta bíblico: «Lo que es sorprendente y escandaloso de este dispendio en recursos técnicos y humanos es que no está orientado al encuentro sino al rechazo, no está orientado a la hospitalidad, sino a la crueldad, no está orientado a la solidaridad, sino a la xenofobia, no está orientado a la compasión, sino a la represión».
Jorge Fernández Díaz escucha la vocecita lúgubre del enterrado en el «Valle de los Caídos» y se hace el sordo a la voz humana y cristiana del arzobispo de Tánger.
(Artículo publicado en www.tribunacatalana.cat)