1. Felipe VI, actual rey de España, hizo una declaración pública y solemne en una visita que realizó en 1990 a Catalunya. Dijo: «Catalunya será lo que los catalanes quieran que sea». «La Vanguardia», diario siempre servicial con el régimen establecido, puso esta afirmación como titular destacado de la portada con estas palabras: «Catalunya es lo que los catalanes quieren que sea»
2. Esta terminología del príncipe tan respetuosa, radicalmente democrática y se supone que constitucional contrasta con la ofensiva brutal y apocalíptica iniciada por el españolismo más rancio y por el aparato estatal constitucional (Gobierno, oposición, tribunales, media). Una ofensiva contra los conciudadanos que propugnan la soberanía de Catalunya de manera pacífica y democrática. El soberanismo catalán respeta el soberanismo español y no va contra nadie. El soberanismo sólo quiere que la relación entre la Catalunya soberana y la España soberana sea cada vez más libre, más solidaria, más cordial, más razonable, más dialogante.
3. Teniendo en cuenta que Catalunya y España son naciones con raíces cristianas y específicamente católicas es oportuno conocer la postura del episcopado catalán en estos asuntos. Los obispos catalanes analizan la realidad cívica, cultural, económica y política según el espíritu de la Doctrina Social de la Iglesia. Desde esta perspectiva, los obispos defienden la legitimidad moral de todas las opciones políticas, incluida la soberanista o independentista. En un documento de noviembre de 2012, los obispos recuerdan: «Hoy se manifiestan nuevos retos y nuevas aspiraciones que afectan a la forma política concreta como el pueblo de Catalunya debe articularse y cómo se quiere relacionar con los demás pueblos hermanos de España en el contexto europeo actual «. Precisan: «Como pastores de la Iglesia, no nos corresponde a nosotros optar por una determinada propuesta a estos nuevos retos». Y concluyen: «Defendemos la legitimidad moral de todas las opciones políticas que se basen en el respeto de la dignidad inalienable de las personas y de los pueblos».
4. España y sus instituciones deberían tener en cuenta este sensato razonamiento episcopal. La democracia española quedará malherida si actúa sin respetar la dignidad y la democracia del pueblo catalán. Se quedará incluso fuera de la Unión Europea porque la UE sólo admite estados democráticos. España corre el riesgo de quedarse navegando por los espacios siderales, como diría José Manuel García Margallo, el ministro de Asuntos Exteriores significativamente especializado en la cuestión catalana.