Ahora hay que acatar a Qatar y la hipocresía periodística

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1. Los demócratas reconocen al ganador de una contienda electoral. Josep Maria Bartomeu ha ganado las elecciones a la presidencia del FC Barcelona. Qatar también ha ganado.

2. Ahora hay que acatar a Qatar y su dinero. La victoria de Bartomeu implica que el nombre de Qatar continúa en la parte delantera de la camiseta azulgrana. Ensuciándola. Algunos medios periodísticos esconden la polémica qatarí o le quitan importancia. Son los medios que han avalado a Bartomeu o que le han dado apoyo indirecto criticando a sus oponentes de forma despiadada.

3. Estos medios quizás publicarán un día algún editorial crítico con Qatar si así conviene a intereses creados, salvando al presidente Bartomeu y a una determinada manera de entender el Barça. Pero era ahora cuando debían publicarse crónicas y editoriales sobre Qatar para ofrecer buena información a los socios del Barça y a los lectores. Un ejemplo. «La Vanguardia» podía haber pedido una crónica al gran corresponsal en Oriente Próximo, Tomás Alcoverro, que asegura con conocimiento de causa que el emirato de Qatar es acusado de promover algunos de los conflictos de Oriente Medio y de financiar el yihadismo. Según Alcoverro, el emirato está formado por «donantes privados que creen en el proyecto del Estado Islámico y que contribuyen a su lucha».

4. El nombre de Qatar en la camiseta del Barça da una financiación fuerte pero oscura y sin rostro humano. En este asunto pueden aplicarse unas palabras pronunciadas estos días por el Papa Francisco en su viaje a Latinoamérica. Ha dicho: «La adoración del antiguo becerro de oro ha encontrado una versión nueva y despiadada en el fetichismo del dinero y en la dictadura de la economía sin un rostro y sin un objetivo verdaderamente humano (…) Les pido que no cedan a un modelo económico idolátrico que necesita sacrificar vidas humanas en el altar del dinero y de la rentabilidad».

5. Ahora, sin embargo, algún candidato y periodistas no han hablado de terrorismo, ni de yihadismo, ni de dinero, ni de la camiseta del Barça, ni de países donde se vulneran los derechos humanos. A este silencio le llaman moderación. Pero no es moderación. Es hipocresía periodística. Es sumisión al poder del dinero idolátrico e inhumano. Es dependencia de Qatar. De cualquier Qatar.

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