«Visca el Barça i visca Catalunya», dedicado al rey y al presidente español

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1. El rey, entonces Juan Carlos I, y el presidente español asistieron el año pasado en Lisboa a la final de la Champions. Lógico. Jugaban dos equipos españoles, el Real Madrid y el Atlético de Madrid. El rey y el presidente no han estado este año en la final de Berlín. Lógico. Han jugado dos equipos europeos, uno italiano y el otro catalán. Se explica, por tanto, que el clamor «Visca el Barça i visca Catalunya» y el grito «independencia» del minuto 17:14 de cada partido sean dedicados con el respeto que se merecen a los ausentes Felipe VI y Mariano Rajoy. Clamor y grito se hacen oir y banderas catalanas, estelades y azulgranas ondean ante todo el mundo desde Europa. La Europa de la libertad de expresión. Sin presiones, ni amenazas, ni condenas.

2. Determinada gente del periodismo, la política y la sociedad de España no comprenden esta dedicatoria cívica, civilizada, deportiva, festiva, reivindicativa. Son periodistas como aquel turbio franquista Luis de Galinsoga de sombra alargada con su «todos los catalanes son una mierda», o como el Gregorio Moran de las sabatinas, o como el José Antonio Zarzalejos lejos lejos, o como el Paco Marhuenda de La Razón, o como el ABC, o como El Mundo, o como personajes y medios de comunicación similares. Tampoco lo comprenden muchos políticos como José Ignacio Wert, o como Jorge Fernández Diaz, o como grupos que se auto definen emergentes del estilo de Podemos, Ciudadanos y Sociedad Civil Catalana/Española

3. Aquellos que vomitan catalanofobia en las redes sociales tampoco comprenden esta dedicatoria. Vómitos que se dan sistemáticamente y ahora después de la quinta copa de Europa y del segundo triplete conquistados por el Barça, equipo catalán de fútbol que es más que un club. «Morid catalanes», «Catalanes hijos de puta», «Catalanes de mierda». Vómitos que ensucian la boca de quienes insultan y la lengua de Cervantes.

4. Toda esta gente es soberanista. Defienden el soberanismo español. Es legítimo que lo hagan. Pero, por coherencia y por ética política, no deberían despreciar el proceso soberanista catalán democrático y pacífico. No quieren considerar que el entendimiento entre dos pueblos soberanos es la mejor fórmula para que esta relación sea más libre y más solidaria.

5. En todo caso, disentir, protestar, proponer es posible en la clandestinidad o con libertad de expresión. La libertad de expresión es sustancial en una democracia. Vomitar insultos no tiene nada que ver con la libertad de expresión.

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