1. Sor Lucía Caram rechaza la política de Ada Colau, candidata de «Barcelona en común» en el Ayuntamiento de Barcelona. Lo dice en el twitter con su lenguaje claro. «Barcelona tendría un problema si gobernara Ada Colau. Hay que denunciar, condenar y exigir justicia. Pero tender la mano y no excluir a nadie (…) Los ciudadanos podemos y debemos apostar por el bien común. No podemos lavarnos las manos ni excluir a nadie: eso es cosa de todos».
2. La monja dominica, una argentina profundamente catalana y mujer del mundo, tiene derecho a definirse sobre cuestiones de su incumbencia en la línea de uno de sus libros, «Mi claustro es el mundo». Puede hablar de las cuestiones del claustro y de los asuntos del mundo. También Jesús de Nazaret dedicaba tiempo a la plegaria y al servicio de los demás. La voz de sor Lucía es respetable y muy autorizada. Actúa en el claustro, en el mundo, en la sociedad. Ella es una de las personas con más experiencia para hablar de la marginalidad, de los olvidados, de la gente que más sufre. Su bagaje es inmenso. Acaba de ser reconocida por el diario «El Periódico» como el catalán del año.
3. La postura de sor Lucía queda fortalecida después de que el líder de Podemos, Pablo Iglesias, dé apoyo electoral a Ada Colau. Iglesias desprecia al líder de la CUP, David Fernández, por su abrazo con el president Artur Mas pero se muestra servil con el rey Felipe VI. Iglesias es ya un personaje más de la casta que da miedo debido a ser un indocumentado e ignorante, no por su supuesto tic tac revolucionario. Iglesias no admite, como un José Ignacio Wert cualquiera, la unidad de la lengua catalana hablada en Catalunya, Valencia, Islas Baleares, Franja de Aragón, Andorra, l’Alguer. Iglesias mantiene la postura franquista del PP de apostar por el centralismo y de no apoyar el corredor mediterráneo. Iglesias niega el derecho a decidir en el programa electoral de Podemos. Iglesias y Colau es presentan como una opción renovadora pero confeccionan candidatura con un partido del sistema como ICV.
4. Lucia Caram es una persona creyente, comprometida y libre. Su libro «Mi claustro es el mundo» termina con estas palabras: «Hoy sé, finalmente, que mi libertad es vivir para los demás, que mi felicidad es estar ‘expropiada por la utilidad pública’, porque ‘a mí , como Jesús, la vida nadie me la quita, la doy libremente’ (Juan 10, 18)