1. El hecho de que Francesc Torralba se haya desvinculado del Construïm de Josep Antoni Duran Lleida constituye una interpelación de ética política al «duranismo».
2. Cronistas como José Antonio Zarzalejos y Antoni Puigverd dieron la más cordial bienvenida al Construïm «duranista» y a la incorporación de personajes como Torralba al manifiesto fundacional. Entidades ultra católicas y españolistas como Germinans germinabit también expresaron su satisfacción.
3. Otro cronista, Francesc-Marc Álvaro, desde su ventana discreta, observa los acontecimientos y deja constancia de que el objetivo de Construïm es destruir el proceso soberanista catalán democrático y pacífico. Lo dice con palabras referidas a Duran: «Un demócrata cristiano de esos que ahora tienen tantas ganas de construir como de atacar a Mas sin dar la cara».
4. Torralba se desmarca de su apoyo inicial. Escribe: «Me desvinculo formalmente de Construïm. No comparto la política que se está llevando a cabo, muy alejada de mi manera de hacer «. El tuit descoloca a Zarzalejos, Puigverd, Germinans, Duran y el entorno «duranista». Y es que Torralba, arraigado en el humanismo cristiano, es un referente ético en la sociedad catalana y en la comunidad eclesial. El filósofo y teólogo Francesc Torralba es director de la Cátedra Ethos de la Universidad Ramon Llull, presidente del Consejo Asesor para la diversidad religiosa de la Generalitat de Catalunya, consultor del Consejo Pontificio de la Cultura de Santa Sede. Dirige Qüestions de Vida Cristiana donde coincide con Joan Rigol, histórico político de UDC y que no tiene nada que ver con el Construïm «duranista».
5. Torralba, como cristiano, ha hecho a la muy recomendable web www.catalunyareligió.cat una reflexión sobre la relación entre España y Catalunya. Propugna la fraternidad tanto en una Catalunya autónoma o federal como soberana. Afirma: «Yo creo que los que nos llamamos cristianos no debemos perder de vista que la fraternidad no puede faltar nunca, independientemente del encaje que Catalunya tenga en el conjunto de España. Si Catalunya se convierte en un estado, o en un estado federal, o en un estado soberano, independientemente del encaje que finalmente tenga en el conjunto de la Península Ibérica, de ninguna manera podemos poner en situación crítica la fraternidad entre los ciudadanos de la península, las relaciones armónicas entre nosotros, y el sentido de benevolencia y estima mutua».