1. «Queremos obispos africanos!» Es un artículo católico de Daniel Arasa en «La Vanguardia» que quiere ser alternativa crítica al igualmente católico «Queremos obispos catalanes». De hecho, sin embargo, su contenido tiene un talante nacionalcatólico.
2. «Un grupo de personas discutían sobre el posible sucesor del cardenal Lluís Martínez Sistach al frente de la archidiócesis de Barcelona» escribe Arasa que a la vez confiesa que «confío en quien nombren desde las instituciones superiores de la Iglesia». Hay una postura eclesial contraria a la clerical de Arasa. La postura eclesial propugna la participación y el debate de todos los que forman parte de la Iglesia sobre las más diversas cuestiones, incluida la del nombramiento del obispo de la propia diócesis. La postura clerical lo deja todo en manos del clero y de los cardenales que conspiran en los despachos vaticanos.
3. Arasa alude a conversaciones de gente en las que se habla más de la presunta posición de un hipotético obispo sobre el proceso soberanista catalán o de la permanencia de Catalunya en España que «de las cualidades personales o de la experiencia pastoral de cada posible candidato «. Y lo lamenta. Lo que sería lamentable, sin embargo, es que un obispo desconociera y viviera ajeno tanto al Evangelio como a la realidad social, económica, cultural, histórica, política, religiosa y eclesial de las mujeres y los hombres que configuran su diócesis.
4. Daniel Arasa justifica su «Queremos obispos africanos!» con un argumento utilizado desde España: «Al margen del origen, la cuestión fundamental es que el obispo, en palabras del Francisco, ‘huela a oveja ‘(…) Importa que sea una persona muy santa y que atienda a las personas por encima de otras consideraciones «. Pero Arasa y los que piensan como él deben admitir que un obispo que ‘huela a oveja’, que sea muy santo y que atienda bien a las personas puede serlo en Barcelona y en cualquier diócesis catalana aunque haya nacido en Catalunya. Ser catalán no es un castigo ni debe ser impedimento para ser un buen obispo en Catalunya.
5. Arasa habla de «alguna visita de autoridades catalanas a Roma tratando de forzar un determinado perfil en el nombramiento» del sucesor de Martínez Sistach. Sorprende, o quizás ya no sorprende a estas alturas de su artículo, que Arasa ignore o silencie las gestiones y presiones realizadas por el Gobierno español ante la Santa Sede a través de sus ministros, del Ministerio de Asuntos Exteriores y de su embajada. Gestiones reconocidas incluso por el ex presidente José María Aznar en sus memorias.
6. Arasa elogia en este asunto al cardenal Martínez Sistach por mantenerse «muy en la línea del mismo Vaticano, tanto del Francisco como de su predecesor, Benedicto XVI». Pero hay que recordar a Arasa que esta línea está marcada por unos hechos evidentes que lo contradicen. En Argentina y en Alemania no hay obispos africanos, ni filipinos, ni canadienses, ni austriacos. Jorge Mario Bergoglio fue arzobispo en su ciudad natal, Buenos Aires. Joseph Ratzinger fue arzobispo de Munich en su Baviera natal. Si un argentino es obispo en Argentina, un alemán en Alemania, un español en España … por coherencia, un catalán debería ser obispo en Catalunya.
7. El último párrafo del artículo de Arasa dice: «No es a la Iglesia a quien corresponde decidir o no sobre la independencia de Catalunya, el federalismo o la continuidad del statu quo, sino a los ciudadanos, a los creyentes y los no creyentes. Y, legítimamente, con libertad, entre los cristianos catalanes hay unas tendencias u otras». Pero los episcopados español y catalán mantienen dos tendencias diferentes en este asunto. El episcopado español sostiene que España es la única nación en el estado y que su unidad es un bien moral a preservar. El episcopado catalán sostiene que Catalunya es una nación, que tiene todos los derechos reconocidos en la Doctrina Social de la Iglesia, y que toda opción política es legítima siempre que se defienda de manera pacífica y democrática.
8. La conclusión es que el clamor «Queremos obispos catalanes» es legítimo desde las perspectivas eclesial y cívica. Este clamor va a favor de la Iglesia, de su libertad, de su misión evangelizadora y cívica en un pueblo, y comparte las legítimas aspiraciones de este pueblo. Este clamor no va contra nadie. Eso sí, este clamor se opone al nacionalcatolicismo político, mediático y eclesiástico español que quiere imponer sus criterios y sus obispos al catolicismo existente en Catalunya. El Madrid político, mediático y eclesiástico quiere hacer creer que la situación de Catalunya y de la Iglesia en Catalunya es perversa y decadente. Quieren hacer creer que no hay ningún catalán que pueda ser un buen obispo en Barcelona y Catalunya. Por tanto, propugnan que la santa, católica, apostólica y única Iglesia española imponga sus criterios y sus obispos en la Iglesia catalana. Ante esta ofensiva, nada cristiana por otra parte, tan válido es el «Queremos obispos catalanes» como el clamor «Queremos obispos no impuestos».
(Artículo de Oriol Domingo publicado en «El Pregó»)