Juego sucio.Trias y Fernández Díaz, cristianos irreconciliables

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1. El alcalde convergente Xavier Trias y el ministro popular Jorge Fernández Díaz se confiesan cristianos pero son dos personajes irreconciliables. La causa es el juego sucio.

2.Trias combina fe y razón. Confiesa: «Soy católico pero tengo mis teorías. Gran parte de los valores que la Iglesia ha defendido siempre son plenamente vigentes: solidaridad, ayuda a los necesitados. Pero creo que su actitud en materia sexual no es actualmente razonable. Esto crea una dificultad de comprensión. Algunas posturas de la Iglesia hacen que los jóvenes se alejen. Es una pena, porque mucha gente podría sentirse vinculado».

3. El estilo de Fernández Diaz es nacional católico. Está convencido de que santa Teresa de Jesús se intercesora de España «en estos tiempos recios». De vez en cuando visita el franquista Valle de los Caídos.

4. El choque entre Trias y Fernández Díaz comienza con una filtración de la UDEF (Unidad de Delitos Económicos y Fiscales), dependiente del ministerio de Interior. Apunta que Trias tendría una cuenta en Suiza. El alcalde lo niega, demuestra que es falso, y espera que el ministro se excuse de este ataque. Pero el ministro se niega a disculparse. El alcalde reacciona. «Para mí Fernández Díaz no existe. Ya hace tiempo que decidí que no existía «, declara a Mònica Terribas en Catalunya Ràdio.

5. El hecho es que Ernesto Ekaizer, periodista de política económica muy bien informado, da explicaciones al respecto en la comisión de investigación sobre el fraude fiscal del Parlamento. Afirma: «Mariano Rajoy y Jorge Fernández Díaz han decidido que el Ministerio de Interior filtre documentos falsos, a menudo creados al margen de los conductos oficiales, con el objetivo de hacer fracasar el proceso soberanista catalán».

6. Un político decente, creyente o no, sabe que no todo vale en política. El juego sucio no es legítimo. Manchar la honorabilidad del otro porque es un adversario es indecente. No vale todo para salvar España, o su soberanía, o su Constitución. La soberanía española no es sagrada aunque la Constitución «se fundamenta en la indisoluble unidad de la nación española, patria común e indivisible de todos ls españoles». El apartado 435 del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia establece: «La soberanía nacional no es un absoluto. Las naciones pueden renunciar libremente al ejercicio de algunos de sus derechos «.

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