1. Jorge Fernández Díaz, ministro del Interior que pregona su catolicismo, mantiene una actuación política en las antípodas del Francisco. Debe dimitir.
2. El ministro avala la actuación de los 16 guardias civil imputados por su presunta implicación en los hechos sucedidos hace un año en El Tarajal (Ceuta), donde murieron 15 inmigrantes que intentaban llegar a nado a territorio español. El periodista Antoni Batista, buen conocedor de estas cuestiones y que publica «Matar a Franco» (Debate), escribe este tuit: «Un ministro de Interior con 16 guardias civiles imputados por 15 muertes no puede garantizar ni los derechos civiles ni seguridad ciudadana. Dimisión».
3. La hoja de servicios de Fernández Díaz es democráticamente lamentable. No dice la verdad cuando afirma que el soberanismo catalán pone fronteras mientras él, en cambio, las levanta en Ceuta y Melilla con sistemas que hacen peligrar la integridad de la pobre gente que huye de la miseria (ver la foto). Pobres que se encuentran en el límite de la supervivencia. Propicia una ley de seguridad ciudadana diciendo a los que la critican, y refiriéndose a los inmigrantes, unas palabras que hielan el corazón: «Si me dan la dirección donde podemos trasladar a esa pobre gente y garantizan su manutención y que les dan trabajo, las aseguro que se los enviamos». Impulsa un pacto supuestamente antigihadista que de hecho va contra el soberanismo catalán pacífico y democrático. Divulga información falsa para dinamitar el proceso soberanista, según es acusado con argumentos sólidos desde la oposición y el soberanismo. Intenta influir en el nombramiento de obispos en Catalunya con presiones típicas del nacional catolicismo.
4. La hoja de servicios ministerial de Fernández Díaz no es ningún modelo de política católica. La política cristiana no consiste, como hace el ministro, en conceder la medalla de oro al mérito policial a Nuesta Señora María Santísima del Amor. No consta que Nuestra Señora haya aceptado esta medalla. Lo que consta es que el Papa Francisco califica de vergüenza situaciones como las de Melilla y Lampedusa.
5. Lo que consta es que, según el Evangelio, Jesús es cada uno de los 15 inmigrantes muertos que intentaban llegar a nado a territorio español. Un católico, aunque sea ministro, no puede avalar estas 15 muertes. No en nombre de su España. Ni en nombre de Dios.