1. Yo confieso al Gobierno español, a su Tribunal Constitucional, a su Fiscalía, a su caverna mediática y a su aparato estatal que también participé en el 9N2014. Voté si/si, y ahora lo volvería a hacer.
2. Confieso que soy catalán del mundo, que como persona y como pueblo somos y queremos ser más demócratas, más libres, más solidarios, más respetuosos con todos. Más soberanos.
3. Confieso que Catalunya es una nación. No es una pieza que se ha de encajar en otra, ni un hecho diferencial, y que no hay federalismo si previamente no hay soberanía.
4. Confieso que hablar de Catalunya soberana y de Catalunya estado responde más a la realidad y es más didáctico que hablar de regionalismo, de nacionalismo, de independentismo.
5. Confieso la convicción razonable y cordial que una relación entre una España soberana y una Catalunya soberana sería mejor para la libertad y la solidaridad entre ambos pueblos o naciones y para su gente venga de donde venga, hable como hable, piense como piense .
6. Confieso que el asunto catalán y la relación entre España y Catalunya se resuelven con más democracia. No con amenazas, ni con querellas, ni con desprecio, ni con el uso de ningún tipo de fuerza.
7. Confieso que el soberanismo catalán se ha de explicar una y otra vez en las periferias de la propia Catalunya y en las instancias internacionales.
8. Confieso que el cristiano no convierte a ningún César, sea de España o de Catalunya, en un dios porque la idolatría pervierte la condición humana.
9. Confieso que el cristiano ama su patria o comunidad nacional, sea española o catalana, respeta a los demás, y tiene una apertura al mundo, especialmente en las periferias de todo tipo de marginación.
10. Confieso que el cristiano cree que la ley, incluida la constitución, está al servicio de las personas, y no las personas al servicio de la ley.
11. Confieso que el cristiano sabe que toda opción política es legítima, incluida la soberanía, si se propugna de manera pacífica y democrática.
12. Yo confieso sin miedo porque creo en las palabras de Jesús: “No tengáis miedo de quienes matan el cuerpo pero no pueden matar el alma” (Mateo 10, 28).