1. El Vaticano observa con interés el 9N y ve el contraste entre Catalunya y España en los ámbitos cívico, político y eclesial.
2. El Vaticano sabe que el proceso soberanista catalán se mueve con un estilo y unas actuaciones de carácter pacífico y democrático. Es un modelo ejemplar sobre todo en un mundo en que los conflictos son tratados de manera violenta.
3. El Vaticano conoce que la presencia de la Iglesia católica en la sociedad catalana en general y en el proceso soberanista en concreto responde a los planteamientos de la Doctrina Social de la Iglesia. Estos planteamientos son asumidos por las sucesivas generaciones de obispos en sus documentos oficiales. Destaca un punto. Todas las reivindicaciones políticas son legítimas si se promueven de manera pacífica y democrática. Por tanto, el soberanismo es legítimo. Laicos cristianos catalanes sostienen que establecer una relación entre una Catalunya soberana y una España soberana es la mejor fórmula para garantizar los mayores niveles de libertad y solidaridad entre ambos pueblos.
4. El Vaticano ve el contraste entre Catalunya y España. En el ámbito cívico y político, no se entiende que en pleno siglo XXI y en la Europa democrática, un Gobierno y todo el aparato de un Estado se dediquen a perseguir a los ciudadanos y sus representantes institucionales por reclamar y ejercer el derecho democrático a votar.
5. El mismo 9 de noviembre, el papa Francisco ofrecía a la hora del Ángelus en Roma una reflexión sobre la caída del muro de Berlín hace 25 años. El Papa habla de «cultura del encuentro» y clama que «son necesarios puentes y no muros». Un comentario. La libertad, la solidaridad, la soberanía de las personas y de los pueblos son cultura de encuentro y puentes de entendimiento. Hoy los muros de separación están en otros lugares. Son las barreras mortales levantadas en Melilla convertidas en fronteras inexpugnables para impedir que los pobres del tercer mundo sean acogidos fraternalmente en la Europa del bienestar. Por eso Jorge Fernández Díaz y el Gobierno Rajoy no invitan al papa Francisco para que visite Melilla. Para ellos, primero es el cumplimiento de la legalidad constitucional que permite casos vergonzosos como el de Melilla.