Bea Talegon: “Se ha encarcelado a inocentes sin juzgarles”

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“Alemania, tenía que ser Alemania la que viniera a poner cordura” és el títol d’un article escrit per la periodista Beatriz Talegon en la seva secció “Spain is pain” (Espanya és dolor) de “Diario 16”. Bea és un tsunami de llibertat, solidaritat, serenitat, democracia, compromís. Gràcies infinites, Bea

          Ya era hora de que alguien marcara una línea y dijera “hasta aquí hemos llegado”. Bien. Era necesario. Porque la escalada estaba resultando insoportable. Y lo cierto es que hablo en pretérito y aún tengo serias dudas de que no sigamos viendo y viviendo esperpénticas situaciones.

           Me pregunto cómo estarán viviendo tantísimos españoles y tantísimas españolas la noticia sobre la puesta en libertad de Puigdemont, el rechazo del delito de rebelión por parte de la justicia alemana, y la puesta en libertad sin medidas cautelares para los consejeros en Bélgica. Porque después de tanta mentira, de tanta manipulación por parte de los medios de comunicación, esto ha debido caer como un auténtico jarro de agua helada. Estoy deseando ver cómo los tertulianos de turno comenzarán en unas horas a contar la historia a su manera. Ahora la mala será Alemania, y toda la comunidad internacional, claro. Y así, hasta el infinito.

           Espero, querido lector, que en algún momento la decencia, la ética y la honestidad se planten ante todo el despropósito que estamos viviendo. Que los periódicos, que los telediarios, que los tertulianos asuman su tremenda falta de profesionalidad, su engaño masivo y su servilismo durante todo este tiempo. Porque han hecho mucho daño y sus mentiras han servido para justificar auténticas atrocidades. 

          Me gustaría que, al menos, España (el pueblo español) comenzase a dudar un poco de todo lo que les han contado. Sería sano y positivo. Quizás así entenderían mejor la decisión de la justicia alemana.

          Porque no hubo rebelión. No hubo violencia. Porque se ha perseguido a personas por pensar y opinar. Se ha encarcelado a inocentes sin juzgarles. Se ha silenciado a líderes políticos, a activistas sociales precisamente para que no pudieran contar la verdad. Se ha pisoteado lo más básico y fundamental en una democracia: la libertad. Y no solamente la de quienes llevan seis meses entre rejas por no haber hecho nada; sino la de todas las personas que merecemos estar informadas para poder ser libres y tomar nuestras propias decisiones.

          Españoles, españolas, nos están mintiendo de manera indecente. Y cuanto más tardemos en darnos cuenta, en denunciarlo y en condenarlo socialmente, más tiempo nos va a costar poder arreglar todo este destrozo que tenemos aquí delante. 

          Alguien va a tener que decirlo: nos han robado, nos han anulado, nos han mentido sistemáticamente, han hecho trampas hasta al solitario. Todo apunta a que nada ha sido cierto: ni los títulos, ni la crisis, ni la violencia, ni nada de nada. Todo es mentira. Y lo triste es que algunos, a pesar de saberlo, no se atreven a denunciarlo.

           Que los que se han beneficiado quieran mantener todo este tinglado, puede responder a una “cierta lógica” (terrible, pero lógica). Pero que los que deberían estar ahora mismo denunciando todo esto, saliendo a la calle y planteando alternativas para esta crisis sin precedentes (esta es de verdad), es lamentable.

          ¿Dónde están Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, Alberto Garzón? Me gustaría que despertasen todos, los líderes políticos, los sindicales y salieran a llenar las calles con un lazo amarillo en sus solapas. A ver si de una vez por todas reconocemos que esto no va de independencia sino de democracia. Y que como no nos unamos todos los demócratas de una vez por todas, nos comen.

No me cansaré de decirlo: no defiendo el independentismo, defiendo a los independentistas. Porque en una democracia todo el mundo debería tener garantizada la libertad para defender sus ideas de manera democrática y pacífica. Y por desgracia, en España, esto parece no estar a día de hoy garantizado. A ver si ahora que han tenido que venir desde Alemania, Suiza, Escocia, Bélgica o Dinamarca a decírnoslo, nos damos cuenta y espabilamos.

Como decía mi abuela: “los listos se acaban cuando se acaban los tontos”. 

 

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